miércoles, 5 de septiembre de 2018

Hoy




Hay 10 años de puntos suspensivos que llueven sobre nosotros,
cuando creo que ahora sí, te quedas a mi lado.
Hoy, las  noches desaparecen de mi desgastada memoria
mi memoria, 
esa horrenda y sádica máquina de tortura que llevo siempre a cuestas
como mi más fiel y leal karma.
Tortura de ojos abiertos.

Tortura que espanta sueños y atrae males de ojo.
Tortura que interroga con blasfemia y mentira sobre todo lo pudo ser
y finalmente
como siempre, no fue
debo renunciar ahora?
enséñame como!
nunca he logrado el éxito en esa cobarde tarea.

Hoy, se abre nuevamente ante mí un pasillo oscuro
lleno de árboles desnudos
un bosque muerto
oscuro y putrefacto que me invita a explorarlo
TENGO MIEDO!
tengo, tanto, tanto miedo!
que ni siquiera me puedo mover

acaso es verdad que no eras para mí?

Como puede estar tan ciega toda esta fé despilfarrada por décadas
y a borbotones!

¿Como me recojo de este suelo frío donde me lanzaste por última vez?
¿Como dejo de escribir estas penosas y marginales letras que nunca leerás?

Hoy, solo danzan las preguntas sin respuesta en esta desolada y fría habitación,
gigante y aterradora desde que no viniste más.

Los fantasmas de la casa celebran con festines y banquetes porque mi espíritu se apagó
quedó atrapado dentro de las cuencas vacías de mis ojos,
ojos secos de tanto llorar.

Hoy, los fantasmas están de fiesta
a veces creo escucharlos cantar las canciones que tocabas por las mañanas de sábado,
mañanas de besos infinitos y gallos cantores.

Hoy, el gallo ya no canta más
dicen que se quedó mudo cuando dejó de escucharnos.
Dicen que le cantaba al amor, al amor de verdad, no al de mentira.

Le cantaba a ese amor mariposeado, que ya se encuentra extinto en el territorio de Elías y Cummings.

Hoy, el perro del vecino continúa con su enferma rutina de agonizar día a día su solitaria vejez.
Yo creo que ya ha muerto varias veces, y que regresa solo por el profundo cariño que le tiene a su dueño.

Hoy, yo más vieja y más adolorida
aún espero tu retorno
Evadiendo con sagaz sutileza
cada uno de los puntos suspensivos que caen como cuchillos sobre nosotros

cada vez que te vas.

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